La ESTUPIDEZ HUMANA: Un flagelo universal

Carlo María Cipolla (1922-2000) reconocido especialista en historia de la economía, nació en Pavía (Italia), estudió en la Sorbone y en la London School of Economics. Algunos años después, fue profesor en las universidades de Venecia, Turín, Florencia y Berkley (USA), entre otras.

Autor de varios libros en general dedicados a analizar la historia de la economía, el dinero y las actitudes del ser humano frente a la creación de riqueza, característicos por su enfoque humanista y sentido del humor. Prolífico escritor, también publicó numerosos trabajos sobre la historia de la tecnología y la alfabetización.

En 1988 escribió la obra que lo hizo famoso: Allegro ma non troppo” (Ed. Crítica – Barcelona) del que se hicieron varias ediciones. Este libro está compuesto por una introducción y dos secciones:

  1. La importancia de la pimienta en el desarrollo social, económico y cultural de la Edad Media.
  2. Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana.

El poder de la estupidez

Agudo observador de la realidad de los mercados y del comportamiento de los directivos de las empresas que en ellos compiten, en este inefable trabajo Cipolla alerta sobre el peligro que representan los “estúpidos” en las empresas y en el mundo de los negocios, a quienes califica como “funestos y peligrosos”.

¿Por qué? Pues porque se mimetizan con el entorno y a las “personas inteligentes y razonables” les cuesta imaginar y entender un comportamiento estúpido (Cipolla dixit).

Profundizando este lúcido análisis, el autor afirma que las personas “razonables” (en general) no tienen inconvenientes para detectar a los sinvergüenzas y malintencionados por una simple razón: los indignos actúan en forma deshonesta, logrando beneficios para sí mismos.

Este comportamiento es “racional” (“soy deshonesto porque me beneficio y/o beneficio a mis secuaces”) y es así como, el “razonable”, puede desplegar sus estrategias defensivas. Sin embargo, ante un estúpido es absolutamente imposible.

Nota del Autor
Estimados lectores: ¿alguna vez les ha ocurrido en su empresa o negocio que un colaborador (o incluso, un directivo) actúe de forma totalmente destructiva sin que por ello obtenga beneficio propio?
¿Recuerdan qué hicieron Uds. o qué reacción tuvieron ante ese hecho? 
Les voy a ayudar: 1º) se quedaron “mudos”, sin las rápidas y contundentes respuestas que suelen tener frente a un hecho o situación habitual; 2º) la reacción defensiva a la estupidez o incluso, si fuera un
ataque irracional, llegó tarde y por lo tanto, resultó poco efectiva.

Es muy probable que, analizando estos dos puntos, coincidamos con Cipolla: “frente a un individuo estúpido, uno generalmente, está desarmado”.

Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana

En la introducción el autor detalla la diferencia entre lo trágico y lo humorístico, donde puntualiza la dificultad de definir al humor frente a la facilidad para hacer lo propio con la tragedia.

Para fundamentar tan extravagante teoría, Carlo M. Cipolla creó las mencionadas Leyes Fundamentales.

1ra. Ley Fundamental

Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el
número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

Este “submundo” está integrado por:

  1. Personas que han sido racionales e inteligentes y de repente, se han vuelto irremediablemente estúpidas.
  2. Casi todos los días aparecen inesperadamente en nuestro trabajo (especialmente en aquellos que vienen aportando buenos réditos), personas que obstaculizan nuestro desempeño con ideas, decisiones o acciones totalmente estúpidas.

Es frecuente que este rol sea desempeñado por burócratas o funcionarios cuya función sea supuestamente la contraria: facilitar nuestro negocio.

2da. Ley Fundamental

La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es
independiente de cualquier otra característica de la misma persona

¿Quién puede dudar que todos los seres humanos somos diferentes?

Para dar respuesta a esta pregunta, Cipolla ejemplifica: “...algunos son estúpidos y otros no lo son y la diferencia no la determinan fuerzas o factores culturales, sino los manejos biogenéticos de una inescrutable Madre Naturaleza. Uno es estúpido del mismo modo que otro tiene el cabello rubio; uno pertenece al grupo de los estúpidos como otro pertenece a un grupo sanguíneo”. No depende de clase, rango, educación, raza, religión, actividad, profesión, género, etc. etc. etc.: se es estúpido por otras razones y pueden ser encontradas en cualquier lugar y/o situación.

3ra. Ley Fundamental

Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra
persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un
provecho para sí o incluso obteniendo un perjuicio

En el ideario popular, es el famoso “tiro en el pie”: uno de los hechos más estúpidos que puede cometer un humano.

Ocurre con alguna frecuencia en las organizaciones que los directivos tomen decisiones que “parecen” irracionales. Es bien sabido que la mayoría de los negocios fracasan principalmente por decisiones equivocadas de quienes lo conducen.

Veamos un ejemplo. Desde el empecinamiento de Henry Ford I de prohibir a sus ingenieros y diseñadores cambiar el color negro del Ford T[1], con bastante frecuencia las decisiones de los directivos son incomprensibles. Poco se puede hacer ante estas decisiones claramente irracionales.

Si buscáramos explicación ante este tipo de acciones, seguramente nos costaría mucho encontrarlas simplemente porque no pueden ser analizadas por nuestra “mirada” lógica y racional. Ante estas situaciones, Carlos Cipolla afirma: “…sólo hay una explicación: la persona en cuestión es estúpida”.

Ahora bien: ¿podríamos decir que Henry Ford fuera estúpido? Definitivamente: ¡¡NO!! Antes de tomar esa decisión, había dado sobradas muestras de ser una persona inteligente. Sin embargo, es habitual que muchos individuos no actúen en forma coherente. Aparecen en este punto dos opciones: la deshonestidad o la estupidez.

En su análisis, Cipolla es muy duro en su calificación de las personas que integran este segundo grupo en que, a su criterio, se mezcla la estupidez con el poder.

Esta simbiosis en la que engloba a directivos y funcionarios (empresariales, públicos y políticos) del más alto nivel, la considera especialmente peligrosa por la posición de poder que ostentan y, en consecuencia, su accionar puede producir daño a mucha gente.

Si en nuestra empresa, “el jefe” toma una decisión estúpida nos preguntamos con frecuencia: “¿cómo es posible que haya llegado a esa posición una persona tan estúpida?”.


[1] Henry Ford acuñó la famosa frase: “En mi fábrica hacemos automóviles del color que quieran los clientes…siempre que quieran color negro”. Si bien el Modelo T (color negro) fue líder del mercado por algún tiempo, Chevrolet cambió el color de sus modelos y las ventas de Ford se redujeron ¡¡a la mitad!!


4ta. Ley Fundamental

Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas

Con su decisión equivocada, Henry Ford I “se pegó un tiro en el pie”. Es decir, se infringió un gran daño a sí mismo. Sin embargo, al experimentar tan marcada caída en las ventas de su Modelo T, mucha gente en la fábrica se ha quedado sin trabajo, los proveedores han visto drásticamente disminuidos sus ventas, los distribuidores han disminuido su trabajo y la reacción “en cadena” de esa decisión debe haber repercutido en miles de hogares. Es decir, las consecuencias de su decisión, produjo una “onda expansiva” de perjuicios.

¿Alguien pudo haber esperado este “empecinamiento” por parte de un brillante innovador y creativo de la talla de Ford?

Responder a esta pregunta es el “espíritu” de esta 4ta. Ley Fundamental: los “no estúpidos” subestiman la posibilidad de toparse con alguien que por más lúcido que haya sido hasta ese fatídico momento, repentinamente “cambia de bando”.

5ta. Ley Fundamental

La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe

Esta Ley reafirma y sintetiza las anteriores completando la idea del autor a través de su corolario: “El estúpido es más peligroso que el malvado”.

En el “balance” final el malvado (si logra su propósito) habrá sumado beneficios a “su cuenta”, mientras que el estúpido si bien no agrega beneficios para sí mismo, perjudica a todos los que lo rodean tal como se indica en las Leyes anteriores.

Una herramienta diagnóstica

Carlo M. Cipolla enfoca el análisis que realizaremos a continuación desde un punto de vista humanístico. Sobre un par de ejes cartesianos “XY” se pueden obtener cuatro grupos de directivos, en igual número de cuadrantes:

  • INTELIGENTES: benefician a los demás y a sí mismos.
  • INCAUTOS: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.
  • ESTÚPIDOS: perjudican a los demás y a sí mismos.
  • MALVADOS: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.
Para ser consistente con el propósito de este Blog, este gráfico está orientado a la realidad empresarial.

Siguiendo lo estipulado en las Leyes Fundamentales de Cipolla, vemos que, si un directivo logra el mayor beneficio propio, sin beneficiar a los demás debemos ubicarlo en el cuadrante de los “Malvados”. Por el contrario, los catalogaremos como “Incauto” si no se beneficia a sí mismo, pero aporta ganancia a los demás.

Será, en consecuencia, “Estúpido” si no beneficia a nadie (ni a sí mismo) y lo consideraremos “Inteligente” si el directivo en cuestión logra tanto beneficio para sí mismo como para los demás.

En los cuatro casos posibles, dejo librado a vuestro criterio colocar en cada cuadrante el Nombre y Cargo de quien les parezca que merece tal calificación.

Mayor precisión

Esta herramienta podría ser más útil aún en la medida que transformemos a los ejes en escalas. De esa forma, podríamos ser muchos más precisos en nuestra clasificación.

Cipolla afirma que un Inteligente puede en ocasiones actuar en forma malvada o ser un incauto o proceder de forma estúpida. Es muy difícil encontrar individuos 100% Malvados o 100% Estúpidos o 100% Incautos.

Por tal razón (a modo de ejemplo) en el gráfico siguiente vemos que el cuadrante de los Malvados está dividido por una línea bisectriz. El Malvado que está ubicado en la parte superior de la bisectriz al cometer un acto indigno se beneficia a sí mismo sin perjudicar a los demás o causando un daño menor a los demás. Por tal motivo, el autor lo identifica como un Malvado “Mi”. Es decir, con alto nivel de inteligencia.

Mientras que el otro Malvado que está posicionado por debajo de la línea diagonal del cuadrante lo identificamos como “Me” dado que causa grandes perjuicios a los demás, sin obtener un correlato equivalente para sí mismo. Es decir, es un Malvado con marcados rasgos de Estúpido.

Este ejercicio podemos realizarlo en todos los cuadrantes logrando de tal forma un mapeo mucho más preciso de quienes nos conducen en nuestra empresa o con quienes compartimos niveles funcionales equivalentes.

Para finalizar

Los estúpidos pueden causar un daño menor o intermedio o tremendo a quienes los rodean. Depende de dos aspectos que el autor considera determinantes:

  1. El factor genético: quienes poseen el “gen de la estupidez” cada vez que tengan oportunidad, actuarán irremediablemente de esa forma.
  2. El grado de poder: un estúpido con autoridad o poder causará perjuicios insospechados al prójimo dado que, sumado a su rasgo genético, su “capacidad” para hacer daño está fuertemente potenciada por su posición de poder.

Otro lamentable “atributo” del estúpido es su falta de conciencia de tal característica. La persona inteligente sabe que es inteligente. El incauto al cabo de haber caído repetidas veces en perjuicios fruto de su característica, tomará conciencia y “andará por la vida” muy precavido. El malvado sabe que lo es.

Sin embargo, el estúpido muy frecuentemente se percibe como inteligente o como incauto o hasta como malvado: pero nunca como estúpido.

Es así como una empresa exitosa tiene naturalmente una alta proporción de integrantes inteligentes, mientras que una empresa “en dificultades” es muy probable que tenga una alta proporción de estúpidos.

En este último segmento también abundarán los Inteligentes “agotados” por su continuo intento de hacer entrar en razones a los Estúpidos (algo similar a “luchar contra los molinos de viento” Cervantes dixit).

Dado que los Inteligentes seguramente estarán buscando nuevos horizontes, el futuro de esta empresa “contaminada” por la “Estupidez” de muchos de sus integrantes, está irremediablemente condenada al fracaso y la extinción.

Algo similar ocurre con los países y sus sociedades.

Autor: Juan Carlos Gazia
Autor argentino, Consultor Internacional especialista diseño de procesos comerciales y en el desarrollo del Capital Intelectual – Presidente de Grupo ABGA S.A. (Gazia & Asociados Consultores) – Socio-Fundador de Las 4 Miradas de la Gestión Empresarial – Fundador y Socio Honorario de Card Club (Asociación de Profesionales de Tarjeta de Crédito) – Profesor de Liderazgo en la Escuela de Negocios de la Universidad Politécnica de Madrid (España).

Realizado para Las 4 Miradas de la Gestión Empresarial (www.4miradas.com).
Todos los derechos reservados