Nada es ni será como era…

Hablar de liderazgo luego de la conmoción socio-económica ocurrida en el mundo desde 2008, implica hacer un profundo replanteo de los principios que lo sustentaron desde los comienzos de este Siglo.
Las noticias que comenzaron a poblar los medios de comunicación del mundo entero desde finales de 2007, han dado cuenta de un nuevo orden planetario:

➜ Las principales economías del mundo tambalearon (muchas de ellas, aún no se han recuperado o corren el riesgo de nuevas caídas) frente a situaciones aparentemente inesperadas e incontrolables;
países considerados como emergentes (caso Brasil), hoy ocupan lugares que hasta hace muy poco eran reservados a quienes pertenecían a ese privilegiado círculo de las denominadas “Economías del 1er. Mundo”;
➜ Las sociedades han visto atónitas, cómo organizaciones emblemáticas caían como frágiles castillos de naipes o debieron recurrir a durísimos planes de contingencia para evitar una debacle aún mayor;
➜ El conjunto de preocupaciones, objetivos y necesidades que ocupan el principal interés de mujeres y hombres de todo el mundo, en los últimos tiempos ha cambiado drásticamente;
➜ En fin, si bien las “aguas” tienden a aquietarse, el futuro se presenta como un enigma difícil de resolver con la información de que se dispone.

¿Y el liderazgo?
¿Cómo es (o en realidad, cómo debería ser) en 2014?

Algo es seguro: no puede permanecer sin cambios frente a tan profundas transformaciones. El liderazgo en 2014, sin duda se ha transformado drásticamente y enfrenta nuevos desafíos.
Buena parte de las conmociones vividas se deben a que quienes debieron haber marcado el rumbo acertado, no lo hicieron: una clara falencia del liderazgo. ¿Cómo analizar este fenómeno entonces, sin observar que hubo responsabilidades no asumidas por quienes tenían la obligación funcional de hacerlo?
La responsabilidad es indelegable y está íntimamente asociada al liderazgo. La responsabilidad primaria de un líder de estado es velar por la seguridad, la educación, la justicia, la salud y el bienestar de sus ciudadanos, ¿es lo que realmente hicieron los líderes del mundo desarrollado?
El propósito central de este artículo no consiste en analizar a los líderes, sino al liderazgo. Por lo tanto, sin personalizar ni crear “santos” ni “villanos”, el liderazgo que emerja de esta violenta transformación, será sin dudas, diferente al que existió antes.
Conservará muchas de las características anteriores, aunque planteará diferentes criterios. Utilizará herramientas que han dado buenos resultados en el pasado y creará otras que se adapten a las nuevas necesidades de los colaboradores.
Existe, por lo tanto, un liderazgo anterior a 2008 y otro que lo sucede.