¿Es difícil ganar el primer millón de euros?

A juzgar por la cantidad de personas que lo han logrado, la respuesta a esta pregunta parece sencilla: no es difícil ¡¡¡Es dificilísimo!!!
Sin embargo, existe un conjunto de pautas, criterios y comportamientos que si bien no garantizan ese ansiado primer millón, por lo menos nos ayudan a entender por qué aún no lo tenemos.
Estoy “tentado” de conceptualizar sobre la importancia de entender antes que nada qué quiere el cliente, de asegurarnos la provisión de los insumos y servicios que compongan nuestra oferta, de Michael Porter, Daniel Goleman, Ichak Adizes y demás gurús que tanto han aportado al respecto. Aunque lo verdaderamente importante es determinar qué hacemos (o hemos hecho) nosotros mismos para lograrlo.

Un dato curioso y por demás significativo: la mayoría de los millonarios antes de serlo, han sido despedidos de su trabajo y “de la noche a la mañana” se encontraron en la calle. Un primer dato: es frecuente que cuando sentimos que todo se ha desmoronado probablemente por el contrario, esté marcando el comienzo de una etapa mejor, más productiva y exitosa.

El vertiginoso cambio que está ocurriendo en casi todos los mercados, tal vez componga el entorno ideal para quienes tienen una extraordinaria capacidad de adaptación y saben “pescar en aguas revueltas”. Si esta afirmación se verificase estadísticamente, en un futuro próximo veríamos muchos nuevos millonarios.

Ahora bien, ¿qué es lo que hacen diferente del resto de los mortales que tratamos (a veces, dificultosamente) de sobrevivir en esas “aguas tumultuosas”? ¿Qué saben ellos que los demás desconocemos? ¿Cómo es que logran superar los desafíos que les plantea la cambiante realidad?

Es innegable que ellos “ven” algo diferente al común de los mortales y no dudan en avanzar decididamente en pos de ello. En su ADN, llevan consigo el “virus” del emprendedor aunque con esto solo, no baste. Son incansables luchadores pues el éxito rara vez se les presenta al primer intento y aceptan el fracaso como un aprendizaje de gran valor para el intento siguiente.

También son personas claramente orientadas a la acción, no se amedrentan frente al riesgo, manejan con precisión de cirujano el “timming” y por sobre todo, tienen un marcado liderazgo. Los potenciales “tycoons” hacen que las cosas sucedan pues, como queda dicho, son capaces de “ver” las necesidades insatisfechas en muchas personas que integrarán su target-market y que ni ellas mismas se habían percatado de tenerlas.

Adrede, dejo para el final una característica excluyente: son creativos e innovadores. Rompen “moldes” permanentemente. Siempre buscarán (y frecuentemente, encontrarán) una forma diferente de llegar con su propuesta a ese público-objetivo.

¿Qué hacen las empresas?
¿Cuántas organizaciones en general y empresas, en particular han diseñado planes concretos y efectivos para encontrar, desarrollar y retener a este tipo de talentos?

Quienes a los 30 ó 40 años logran ese primer millón de euros, han sido jóvenes que en muchos casos comenzaron como becarios en diferentes organizaciones. ¿Qué ocurrió que esa organización no supo, no quiso o no pudo retenerlo para que ese enorme caudal creativo se refleje en su cuenta de resultados?

Con escasas (y honrosas) excepciones, la mayoría de las organizaciones privilegian la capacidad de ejecución sobre la de creación. Este dato de la realidad refleja que están más preocupadas por subsistir que por crecer. O tal vez, como claramente se observa en la Matriz de Ansoff hacen enormes esfuerzos para crecer con ofertas “cosméticamente” nuevas, en mercados existentes.

El grandilocuente Tom Peters asegura que en una corporación de la que él mismo es consultor uno de sus ejecutivos concibió un proyecto que le significó a la empresa una pérdida de u$s 10 millones. Abrumado por el desastroso resultado, el funcionario ofreció su renuncia que su jefe rechazó con el siguiente argumento: “Nuestra corporación acaba de invertir u$s 10 millones para tu formación. Tú no puedes abandonarnos en el momento en que nuestra inversión está en condiciones de comenzar a rendir sus frutos.”

Cierta o no esta referencia, vale preguntarnos: ¿conocemos muchas organizaciones que aunque sea mínimamente, actúen de esta manera?

Si en un extremo de un par de ejes cartesianos ubicáramos a la creatividad, en el extremo opuesto estaría la ejecución. Ambos, son recursos que surgen de talentos imprescindibles para el normal desenvolvimiento de una organización.

Los “ejecutores” organizan y operan los procesos que optimizan los resultados, dentro de un contexto creado por otros y siguiendo parámetros preestablecidos. Por eso es que son imprescindibles para el funcionamiento de una empresa. Todos quienes pretendan tener éxito en el mundo empresarial deberán tener buenas habilidades de “ejecutor”.

Sin embargo, las organizaciones (de cualquier tamaño y actividad) que quieran triunfar deberían tener una cantidad de “creativos” en sus nóminas proporcional a la cantidad total de colaboradores. No solamente en el área de marketing, de publicidad o comunicación en general. En cada una de las áreas de una empresa es imprescindible contar con “creativos” que se pregunten: “¿…y si lo hiciéramos diferente…?”.
Convivir con estos “personajes” no es sencillo. Jamás aceptarán: “…esto lo hacemos de este modo porque hace 20 años que nos viene dando buenos resultados…”. Ante esta afirmación, automáticamente pensarán: “¿no será 1 año que se ha repetido 20 veces?”.
Si muchos actuales millonarios han sido despedidos de sus trabajos intempestivamente, una cantidad no menor ha renunciado ante esta “filosofía empresarial”, víctimas de la desilusión ante la impotencia de cambiar el statu quo.
“Mirando” hacia adelante
La realidad es una sola, aunque puede tener diferentes interpretaciones. Lo dicho: son pocas (y ejemplares) las empresas que buscan, desarrollan y retienen a los “creativos”. Por eso los “millonarios” por lo general han hecho su fortuna en una actividad propia, independiente y creada por ellos mismos.
Quienes conducen a las organizaciones deben comprender que la formación de uno y otro perfil es diferente. Unos (los “ejecutores”) se desempeñarán con mayor o menor efectividad dentro de un entorno previsible y estructurado. Los “creativos” necesitarán contar con la posibilidad de “romper los moldes”. Ambos entornos son diferentes y en consecuencia, la formación de uno y otro, también lo será.
El “creativo” se orientará a identificar las necesidades insatisfechas de los clientes (internos o externos, según sea su función). Para ello, desarrollará una gran empatía con ellos para “ponerse en su lugar” y hacerles la vida más fácil y placentera. Sin embargo, además de imaginación necesitará de sólidos conocimientos y habilidades para convertir esa necesidad insatisfecha en un mejor negocio para su empresa o sector.
La empresa que tiene a este tipo de perfiles en sus plantillas, deberá favorecer el cambio conceptual del “creativo” pues en algún momento pudo ocurrir que atravesó por la etapa de “ejecutor” y de tal forma, haber incorporado ciertos criterios que limiten su creatividad.
Este tipo de transformaciones en las empresas llevan tiempo y mucho esfuerzo. Es un cambio de “chip” en quienes la conducen y por lo general, es difícil y laborioso. Por ello, deberán tener una “urgente paciencia”. Esto es, tomar decisiones de cambio antes de que aparezcan las primeras señales de riesgo en sus mercados pero por sobre todo, estar convencidos de que es un proceso en el que deberán invertir tiempo, esfuerzo y dinero.
Finalmente, nunca hay que olvidar que quienes tienen potencial para ser millonarios tanto en sus actividades particulares o trabajando para una organización, comparten una característica en común: son líderes. Esta capacidad de liderazgo es lo que les permite “ver” más allá de los paradigmas establecidos. Su capacidad de influenciar sobre los demás, tiene impacto en quienes los rodean y se comprometen en apoyar sus iniciativas.
Es por todo lo dicho que una empresa que decida contar entre sus filas con un “creativo”, debe comenzar por generar un entorno apropiado sin el cual, el “creativo” no podrá subsistir. Luego, comprender que el “ejecutor” y el “creativo” requieren formaciones específicas que tengan que ver con sus funciones empresariales aunque principalmente, con sus perfiles predominantes.
La opción es clara: o generamos en las empresas un entorno apropiado para desarrollar y retener al talento excepcional o buscará su futuro por su lado, transformándose en un nuevo millonario, emprendedor e independiente.

Autor: Juan Carlos Gazia [1]

[1] El Autor es Consultor Internacional especialista en el desarrollo del Capital Intelectual – Presidente de Grupo ABGA S.A. (Gazia & Asociados Consultores) – Socio-Fundador de Las 4 Miradas de la Gestión Empresarial – Profesor de Liderazgo en la Escuela de Negocios de la Universidad Politécnica de Madrid (España).