El valor de la experiencia: Cuatro claves para combatir la discriminación laboral por edad

Profesionales mayores de distintos rubros comparten el modo en que lograron superar los prejuicios de sus colegas y jefes en momentos avanzados de su carrera.

“Llegué a los 50 y parecía que me habían expulsado de la profesión de las relaciones públicas, mi especialidad durante 20 años”, dice Lisa Wells que recuerda haber viajado repetidamente de Nueva York a Filadelfia y Boston por entrevistas laborales, todas sin suerte. Desesperada, Wells buscó ayuda profesional.
Pero “luego de ir a la oficina de un headhunter para encontrarme con una joven que parecía estar en sus pijamas -recuerda- volví a casa y decidí crear mi propia consultoría”.
Su experiencia no es única. Un análisis de estadísticas laborales del Instituto de Políticas Públicas AARP de los Estados Unidos, concluyó que la duración promedio del desempleo para gente que busca trabajo a partir de los 55 años fue de 54,3 semanas en diciembre de 2014, un período que superaba en más de cinco meses las 28,2 semanas que trabajadores más jóvenes permanecen desempleados.
Tom Smith, un ejecutivo de marketing de 58 años, dice que se presentó para más de 2000 empleos desde que cumplió los 50. Luego de una búsqueda desgastante de 27 meses, Smith finalmente aceptó una oferta por el 64% de su salario anterior, simplemente para contar con un empleo con beneficios.

Según estudios de AARP, el 64% de los trabajadores dice haber sufrido discriminación por la edad -que puede adoptar muchas formas-, que va desde lo abierto e individual a lo implícito e institucional.
En la industria tecnológica, por tomar un ejemplo, auto-tituladas “startups jóvenes y ágiles” prácticamente dicen a los candidatos mayores que busquen en otra empresa en sus pedidos de personal.

Las formas de discriminación por la edad persisten gracias a supuestos como que los trabajadores jóvenes están más dispuestos a desarrollar nuevas capacidades y tienen más entusiasmo por su empleo y que los mayores buscan desacelerar su ritmo de trabajo y deslizarse con el menor esfuerzo posible hacia la jubilación. Sin embargo, un estudio de dos investigadores de la London Business School, Lynda Gratton y Andrew Scott, demostró que cada uno de estos supuestos es falso estadísticamente.Fuera de los prejuicios sin asidero, muchas compañías pueden simplemente no querer invertir en gente que cree cercana a la jubilación, prefiriendo a alguien con más “potencial de crecimiento”. Esto a menudo es también una falacia.

Según un estudio reciente, alrededor del 58% de los millennials
espera dejar su empleo en tres años o menos.

Esa cifra es elevada, pero no resulta especialmente llamativa. Para ponerla en contexto, consideremos un estudio distinto que estimó que casi la mitad de los trabajadores en el mundo prevé dejar su empleo en el curso del próximo año.

El problema de la retención es tan agudo que las compañías constantemente están imaginando nuevas maneras de conservar por más tiempo los mejores y más brillantes. Como sea, realmente no hay evidencia de que invertir en un trabajador más joven es una apuesta “más segura” u ofrece una rentabilidad sobre la inversión potencialmente más elevada que en un trabajador mayor.
Como dice la CEO de AARP, Jo Ann Jenkins, “de última no creo que los empleadores tengan que ver a los empleados mayores como muy diferentes de los más jóvenes”. Si es que alguna diferencia hay, dice, “los empleados mayores a menudo tienden a ser especialmente leales, concentrados y aportan experiencia única que otros simplemente no tienen”.

¿Entonces cómo pueden trabajadores mayores mejorar sus chances de conseguir un empleo gratificante y con compensación justa en un ambiente como éste?

Hay unos cuantos pasos prácticos a dar.

1 – Trabaje su red de contactos
Todd Williams era dueño de una empresa antes de adoptar a sus dos nietas pequeñas. Pero “las demandas de recomenzar una familia no son necesariamente coherentes con dirigir un negocio”, descubrió. “El tiempo para la familia es crítico” y ser empresario interfiere con eso demasiado. Por lo que Williams, de 59 años, ha comenzado a buscar un empleo asalariado. “Busco un buen salario, seguro de vida y de salud, vacaciones, viajar un 50% o menos”, dice.
Donde comenzó a buscar esas oportunidades es dentro de la red que creó como dueño de un negocio. “Logré ser considerado para dos empleos con sueldo fijo que no han sido publicados -y quizá nunca lo sean-, ya que están creando cargos para mí.”
Señala que la gente mayor puede tener en realidad una ventaja: sus redes posiblemente sean mucho más extensas que las de profesionales más jóvenes.
Rebecca Janzon, de 54 años, concuerda. Ha encontrado que un manejo inteligente de su red de contactos puede ayudarla a superar la primera línea de representantes de recursos humanos y reclutadores. “La mayoría de las compañías sigue creyendo que contratar gente joven y sin experiencia con baja paga es la respuesta. Sus equipos de RRHH buscan eso”, cree Janzon. “Pero tener alguien que lo refiera puede ayudar a que su currículum (y lo que dice sobre su edad) salte por encima del proceso inicial de filtro de la compañía.”

2 – Ofrezca sus servicios y comparta sus ideas
Williams también señala que una manera de cruzar la puerta de una organización en la que esté interesado es ofreciendo servicios como consultoría. Esto puede permitirle mostrar en tiempo real lo valioso que puede ser para la organización.
Las empresas también pueden ser útiles, dice Williams, especialmente si puede conseguir que lo contraten para dar una charla. Hacer una presentación a un grupo de gente de su sector le permite mostrar el valor de su experiencia a un cuarto lleno de personas de su campo. Hay solamente una condición, bromea Williams: sólo haga esto “si tiene una cantidad inmensa de energía para contrapesar el aspecto de viejo”.

3 – Mantenga una buena imagen
Los trabajadores mayores son muy conscientes de la necesidad de mantenerse actualizados, con sus capacidades al día y esforzarse constantemente para aprender cosas nuevas. Pero -le guste o no- su marca personal exterior tiene que equipararse con su experiencia.

Esto significa que tiene que asegurarse de que la imagen
que presente al mundo profesional sea tan buena como pueda ser.

Algunos de los profesionales mayores con los que hablé incluso mencionaron consideraciones de vestuario. Unos recomendaron encontrar un amigo más joven en quien pueda confiar para que sea honesto y ofrezca consejos respecto de en qué actualizar su aspecto, si fuera necesario. Otros sugirieron contratar un fotógrafo para tener una foto actualizada en LinkedIn. Esos pueden ser consejos frustrantes, en particular para las mujeres, que ya confrontan un complejo de prejuicios basados en el género, lo que incluye su apariencia.
Pero la clave es simplemente proyectar el mismo nivel de buena imagen que sus competidores más jóvenes en el mercado laboral, sin dejar de ser auténtico.

4 – Deje de buscar empleo y cree el suyo
Según sus capacidades, necesidades de ingresos y estilos de vida, algunos trabajadores mayores pueden beneficiarse de ir en la dirección opuesta de gente como Williams, creando su propia empresa, o haciendo consultoría o tomando trabajo free-lance.
“Me retiré de una carrera muy lucrativa porque mi edad me impedía encontrar un nuevo empleo”, dice Dick Kuiper que por primera vez se decidió a ser empresario.
“Traté sin éxito de encontrar un nuevo cargo que me diera un salario para vivir en un trabajo tradicional en ese campo. Luego pensé: ‘¿Por qué no crear mi propio empleo?’ Lo hice. Funcionó y estoy lanzando un negocio exitoso que está vinculado parcialmente a mi carrera anterior.”
Que uno sea un trabajador mayor no asegura que sufra discriminación por su edad, por supuesto. Pero puede suceder cuando se encuentre buscando un nuevo empleo más adelante en su carrera.
Si eso sucede, recuerde que no está condenado simplemente a sufrir las consecuencias. Puede tener más recursos a disposición que muchos trabajadores más jóvenes y de lo que usted mismo/a sospecha.

Sólo necesita saber cómo utilizarlos

Autor: Anne Loehr

Publicado en el periódico argentino La Nación – miércoles 28/12/2016